A
pesar del asombroso desarrollo de la ciencia y de la tecnología, de
las grandes mejoras sociales, de la generalización de la educación,
la cultura y las comunicaciones, el mundo de hoy está sumido en una
profunda crisis moral y espiritual que arrastra tras de sí un
cortejo bien conocido: desintegración de la familia, droga,
desprecio de la vida humana que provoca violencia (sobre todo contra
los más débiles), depravación de costumbres, destrucción de la
naturaleza, corrupción, etc.
Por otra parte, casi un tercio de la humanidad,
principalmente en Asia, aún padece el totalitarismo materialista y
ateo, mientras que en muchos otros lugares del Tercer Mundo reinan
el caos y el hambre.
¿Hay lugar pues, en estas circunstancias, para la
Caballería? Sí, pues sus fines son hoy más actuales que nunca. Se
necesitan de nuevo caballeros que:
-
en lo personal, se esfuercen, con la ayuda de la Gracia, en
mejorarse espiritual y moralmente y, venciéndose a sí mismos y
mediante la práctica de las virtudes, den testimonio de vida
cristiana en un mundo que ha renegado de Dios, y
-
en lo
social, se opongan al materialismo, al laicismo, a la
civilización de lo efímero, a las falsas ideologías y demás
agresiones a Dios y al hombre y sean capaces de construir una
sociedad cristiana en paz y conforme a los designios de Dios.